miércoles, 6 de mayo de 2009

Sicofante

Sección de un higo. Fuente:Wikipedia
Enciclopedia Espasa-Calpe
Sicofante
Sicofante, masculino. Sicofanta.
Sicofanta, –Francés, Sycophante. –Italiano, Sicofante. –Inglés y Alemán, Sykophant. –Portugués, Sycophanta. - Catalán, Sicofant. Esperanto, Trompanto. (Etimología: del latín sycophanta, y éste del griego sykophántes, de sykon, higo, y phaíno, descubrir: delator del que exporta higos de contrabando.) masculino. Impostor, calumniador.

Historia. Como quiera que en Atenas no existía institución alguna análoga al Ministerio fiscal de los tiempos modernos, era un deber de todos y cada uno de los ciudadanos denunciar los crímenes o delitos que llegaban a su conocimiento. El papel de acusador no tenía nada de odioso, y los más conspicuos ciudadanos de Atenas no tuvieron jamás empacho en desempeñarlo en aras del bien y la seguridad públicos, que estriban en el cumplimiento de la ley y en la moral y buenas costumbres. Sin embargo, este procedimiento dio origen a variedad de abusos: hombres malvados o simplemente indiscretos y pendencieros, incitados del deseo de perjudicar o por el espíritu de intriga, formulaban acusaciones, arbitrarias en general, contra los ciudadanos de mayor relieve, cuya tranquilidad se perturbaba sin ventaja ninguna para la cosa pública. Otros se aprovechaban del derecho que la ley concedía a todo hombre libre, para sonsacar dinero a aquellos a quienes podían amenazar con una denuncia. A los tales se designó, ya desde el siglo V a. de J. C., con el odioso nombre de sicofantas, comprendiéndose en este concepto a todos aquellos que hacían denuncias a la ligera, sin motivo o por motivos infundados o también con vistas a una ganancia ilegal.
Las víctimas obligadas de los sicofantas eran los ricos, los cuales, como dice Isócrates (Adv. Euthym., 5) vivían en Atenas bajo un régimen de sospecha. En vano la mayor parte de ellos se abstenían sistemáticamente de toda participación en la política, ni tampoco les servía de nada llevar una conducta irreprochable ni tener el bolsillo constantemente abierto para los pedigüeños. Por poco que se conociese a alguno de ellos como hombre tímido, enemigo de escándalo o incapaz de defenderse con su propia elocuencia, esto mismo le hacía presa de los sicofantas. En estos casos se daba por bien pagado transigiendo en perjuicio suyo, pues estaba seguro de que no ganaría el pleito en los tribunales. «Los tribunales, decía Isócrates (Adv. Callimacum, 9) hablando por boca de un cliente, no fallan siempre según había derecho a esperar; el azar más bien que la justicia es lo que regula sus decisiones. Vale más, con unos cuantos dracmas, librarse de una grave acusación que exponerse a los perjuicios que de ella pueden sobrevenir.» Entre los ricos de Atenas cuya existencia se vio amargada por los sicofantas puede mencionarse a Nicias, a Charmidas y a Critón. El primero cedía facilísimamente a la primera intentona. De él dice Plutarco (Nic., 4): «Su pusilanimidad era una verdadera viña para los sicofantas; era tal el miedo que le inspiraban, que no aceptaba invitación ninguna de los amigos, y se encerraba en su casa, no saliendo sino para lo más preciso, y aun entonces guardándose y recelándose para no ser invadido.» Por lo que toca a Charmidas, los sicofantas le hicieron tan insoportable la vida siendo rico, que, reducido más tarde a la pobreza, se felicitaba como de una dicha de este revés de la fortuna. Finalmente, Critón, como se viese objeto de continuas acusaciones, siguió el consejo de Sócrates y tomó a sueldo a un individuo de esta especie, menos infame que los demás, quien, «a modo de perro de guarda que espanta a los lobos», daba caza a sus enemigos.
Enciclopedia Espasa-Calpe (1927)

2 comentarios:

Gavilán dijo...

Sobrecogedor.

Ar Lor dijo...

Sabiendo esto, no se cómo hay "gente" que quiere ser rica.