Los altillos de BrumalLos altillos de BrumalNo podría ordenar los principales acontecimientos de mi vida sin hacer antes una breve referencia a la enfermedad que me postró en el lecho en el ya lejano otoño de 1954. Fue exactamente el 2 de octubre, fecha señalada para el inicio de las clases escolares, cuando el médico visitó por primera vez la casa familiar, pronunció un nombre sonoro y misterioso, y yo, en medio de un acceso de fiebre que me hacía proferir frases inconexas, temí llegada la hora de abandonar el mundo. Pero, por fortuna, la escarlatina se comportó conmigo como una dolencia de manual, sin trato preferente ni malignidad acusada, y de todos aquellos días de forzosa inactividad, recuerdo sólo, con asombro, un raro afán por desprenderme de sábanas y mantas, y embadurnarme con la tierra húmeda de tiestos y jardineras.
Cristina Fernández Cubas
No hay comentarios:
Publicar un comentario