De las costas meridionales de la Cilicia se ve, hacia el sur, la bella isla de Chipre, que fue el reino de la diosa Venus. Muchos, atraídos por su belleza, han destrozado los cascos y obenques de sus naves, contra los escollos que la rodean y en medio de las olas vertiginosas. La hermosura del suave collado invita a los navegantes vagabundos a recrearse entre sus floridas verduras que, agitadas por los vientos juguetones llenan de suaves olores la isla y el mar que la circunda... ¡Oh, cuántos barcos naufragados en sus costas! ¡Cuántos despedazados en sus escollos! Aquí podrían verse innumerables navíos deshechos y medio cubiertos de arena, unos mostrando sólo la popa fuera del agua, otros la proa, o la carena, o las cuadernas: espectáculo que hace soñar con un juicio final de buques muertos, prontos a resucitar.
Aforismos
Leonardo da Vinci
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