Finalmente llegamos a la vista de las Islas de Coral del Pacífico. Jamás olvidaré con qué arrobamiento admiraba yo, cada vez que pasábamos cerca de una de ellas, las orillas puras, blancas, deslumbrantes, y las palmeras verdeantes, que bajo los rayos solares se presentaban relucientes y hermosas a mi vista. ¡Cuántos deseos tuvimos los tres amigos de que nos desembarcasen en una de esas islas, imaginándonos que con toda seguridad encontraríamos allí la perfecta felicidad!
La Isla de Coral
R. M. Ballantyne
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