Mi hermana ElbaMi hermana ElbaEl primer escrito que el hijo de los Albert deslizó disimuladamente en mi bolsillo me produjo la impresión de una broma incomprensible.Las palabras escritas en círculos concéntricos, formaban las siguientes frases:
La ventana del jardínCazuela airada,
Tiznes o visones. Cruces o lagartos.
La noche era acre aunque las cucarachas
llorasen. Más
Olla.
Pensé en el particular sentido del humor de Tomás Albert y olvidé el asunto. El niño, por otra parte, era un tanto especial; no acudía jamás a la escuela y vivía prácticamente recluido en una confortable habitación de paredes acolchadas. Sus padres, unos antiguos compañeros de colegio, debían sentirse bastante afectados por la debilidad de su único hijo ya que, desde su nacimiento, habían abandonado la ciudad para instalarse en una granja abandonada a varios kilómetros de una aldea y, también desde entonces, rara vez se sabía de ellos. Por esta razón, o porque simplemente la granja me quedaba de camino, decidí aparecer por sorpresa.
La ventana del jardín
Cristina Fernández Cubas
1 comentario:
Excelente entrada. Foto y texto.
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