En Rapallo nadé por vez primera en las aguas del mar, gusté la áspera agua salada y me abismé en las delicias de sentirme mecido por las olas y besado por los rayos del sol sobre la arena fina de la playa. Contemplé en la lejanía el paso de los barcos, velas blancas y obscuros mástiles o la bandera de humo de un vapor, y después de mis queridas nubes; no sé ninguna imagen que refleje con tanta fidelidad el anhelo de viaje y de lejanía, como un barco que poco a poco se va empequeñeciendo, hasta desaparecer por completo tras la línea del horizonte.
Peter Camenzind
Hermann Hesse
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