Jesús Navarro. Máquina de escribir junto a la ventana.
Ya no hay un fin del mundo, ni territorios inexplorados, ni aventuras que no hayan sido vividas antes por otros, y hay en cambio demasiados viajeros. O demasiados turistas y no bastantes aventureros, tan curiosos del mundo como de sí propios, probando otras vidas, rompiendo los "dicen que", rechazando prejuicios, abiertos, atentos, sensibles, solitarios y agradecidos a la vida por su diversidad, en lo mejor y lo peor, pues lo peor es a menudo la mejor manera de percibir. El viajero no sabe necesariamente a dónde va. Parte hacia un lugar al que acaso no llegue. Puede en todo momento modificar su trayectoria. Quedarse en un sitio que sólo pensaba cruzar, seguir a alguien, o los consejos de un desconocido. La ciudad y los paisajes acaso sean hermosos, pero quizás los que no lo sean lo marcarán para toda la vida. En cuanto a saber dónde dormirá esa noche, ya vendrá la hora de ocuparse de ello cuando el sol se ponga.
Traducción de Esther Benítez
Traducción de Esther Benítez
Hoteles literarios
Nathalie de Saint Phalle
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