Ernest Hemingway. Fotografía de Lloyd Arnold.
Siempre me pareció que se ha omitido la guerra como campo de observación para el naturalista. Tenemos encantadores y exactos relatos y descripciones de la flora y la fauna de la Patagonia, escritos por el extinto W. H. Hudson; el reverendo Gilbert White ha relatado cosas interesantes de las abubillas, en sus ocasionales y poco comunes visitas a Selbourne, y el obispo Stanley nos ha dejado una valiosa, aunque popular Historia de los Pájaros. ¿No podemos acaso ofrecer al lector algunos hechos nuevos y racionales acerca de los muertos? Así lo espero.
Cuando el perseverante viajero Mungo Park se hallaba desfalleciente en la vasta aridez de un desierto africano, desnudo y solo, considerando contados los minutos de su vida; cuando no parecía tener otro recurso que dejarse caer y morir, sus ojos se posaron sobre una flor de extraordinaria belleza. "Aunque la planta entera -dijo- no era más grande que uno de mis dedos, no pude completar la delicada conformación de sus raíces, sus hojas y sus flores sin sentir admiración, en esa oscura parte del globo, algo que parecía de tan pequeña importancia, ¿podría contemplar con indiferencia el sufrimiento de las criaturas creadas a su imagen y semejanza? Seguramente, no. Reflexiones como ésta, me impidieron entregarme a la desesperación. Olvidando el hambre y la fatiga, seguí adelante, seguro de que el socorro se hallaba cerca, y no quedé decepcionado".
Cuando el perseverante viajero Mungo Park se hallaba desfalleciente en la vasta aridez de un desierto africano, desnudo y solo, considerando contados los minutos de su vida; cuando no parecía tener otro recurso que dejarse caer y morir, sus ojos se posaron sobre una flor de extraordinaria belleza. "Aunque la planta entera -dijo- no era más grande que uno de mis dedos, no pude completar la delicada conformación de sus raíces, sus hojas y sus flores sin sentir admiración, en esa oscura parte del globo, algo que parecía de tan pequeña importancia, ¿podría contemplar con indiferencia el sufrimiento de las criaturas creadas a su imagen y semejanza? Seguramente, no. Reflexiones como ésta, me impidieron entregarme a la desesperación. Olvidando el hambre y la fatiga, seguí adelante, seguro de que el socorro se hallaba cerca, y no quedé decepcionado".
Relatos
Ernest Hemingway
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