Entre las cosas maravillosas que se manifiestan en la posesión algunas duran toda la vida, otras un instante. Durables: la lectura; el estudio; la investigación científica; la composición literaria; la composición y la ejecución musicales; la pintura; la escultura; la práctica de juegos como el ajedrez y los deportes. Fugaces: luego de una larga ausencia, en el primer despertar en el campo, la luz del día en las hendijas de la ventana; en medio de la noche, despertar cuando el tren para en una estación y oir desde la cama del compartimiento la voz de gente que habla en el andén; al cabo de días de navegación tormentosa, despertar una mañana en el barco inmóvil, acercarse al ojo de buey y ver el puerto de una ciudad desconocida; el olor del pan que tuestan a la hora del té; el olor del pasto recién cortado. Si recuerdo que la muerte significará no volver a pasar por ninguno de esos momentos, moriré con desconsuelo.
De las cosas maravillosas
Adolfo Bioy Casares
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