La clave de la obra de Dunsany es la belleza, más que el terror. Le encanta el verde vívido, las cúpulas de jade y cobre, el rubor delicado del crepúsculo en los minaretes de marfil de imposibles ciudades soñadas. El humor y la ironía están presentes a menudo, también, para conferir un suave cinismo y modificar lo que de otro modo tendría una ingenua intensidad. No obstante, como es inevitable en un maestro de la irrealidad triunfante, incluye alguna pincelada ocasional de pavor cósmico que encaja perfectamente con la auténtica tradición. A Dunsany le encanta hacer astuta y diestra alusión a seres monstruosos y a destinos increíbles, igual que en los cuentos de hadas. En The Book of Wonder nos habla de Hlo-Hlo, el gigantesco ídolo araña que no siempre se encuentra en su sitio; o de lo que la Esfinge temía en el bosque; de Slith, el ladrón que salta el borde del mundo cuando ve encenderse cierta luz y sabe quién la ha encendido; de los antropófagos gibelinos que habitan en una torre maligna y guardan un tesoro; de los gnoles que viven en la selva, a los que no conviene robar; de la Ciudad de Nunca Jamás, de los ojos que vigilan en los Pozos Infernales y de las entidades emparentadas con las tinieblas. En Cuentos de un soñador habla del misterio que llevó a todos los hombres de Rethmoora al desierto, de la inmensa puerta de Perdondaris, tallada de una sola pieza de marfil, y del viaje del pobre y viejo Bill, cuyo capitán maldijo a la tripulación, y visitó unas islas de aspecto repugnante, recién surgidas del mar, en las que había unas cabañas de baja techumbre de paja y ventanas oscuras y malignas.
Traducción de Francisco Torres Oliver
Traducción de Francisco Torres Oliver
El horror en la literatura
Howard Phillips Lovecraft
1 comentario:
Veo, felizmente, que la gripe no puede con tu creatividad y tu buen gusto por lo exquisito. Excelente texto, Higinio.
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