No hace mucho me llegó la noticia de que había vuelto a abrir el Café Larssen, en el pueblecito costero donde, hasta que murió nuestro padre, solíamos pasar el verano. Era un lugar sin nada especial, con apenas quinientos habitantes, una iglesia románica, una fábrica de conservas de pescado y un pequeño e inexplicable museo del cine, cerrado la mayor parte del año. Pero había un momento en que se transformaba. Entonces todo parecía más grande. Y no sólo por las familias que afluían indefectiblemente de junio a septiembre a las urbanizaciones de la periferia. La propia luz del estío parecía dilatarlo todo. Las viejas casas del puerto, los cuatro o cinco cascarones que flotaban en la dársena, la arena de la playa; el mismo mar parecía hincharse para recibir a los bañistas.
Dársena
Asdrúbal Hernández
6 comentarios:
¡Más! Danos más de este autor Asdrúbal Hernández , pues parece Gavilán que lo conoces muy bien.
Atractivo comienzo (supongo que es el comienzo), he sentido que la atmósfera del relato me envolvía según iba leyendo y las últimas frases del comienzo, son ya, para hacer el amor contigo, sin ningún tipo de miramiento.
¡Más!
Me dice el autor que tiene ganas de pillarte. También que no es un comienzo, sino el suma y sigue de lo que ya te entregó. Ah, sí, que el párrafo os está dedicado a Higinio y a ti, por aquellos veranos tan, tan profundamente inolvidables en aquellos arenales.
Cuantos e inolvidables momentos he pasado en ese rincón de Mundaka,en ese mismo lugar de Txorrokopunta, asi como pasando por la Atalaya,el puerto,en el otro extremo en Santa Katalina.
El texto es fabuloso.La foto también.
Queda pendiente volver a Santa Katalina,donde intentamos pasar a cielo raso una noche en la que la lluvia nos obligó a mal dormir en el duro suelo del portico de la iglesia.
Mundaka,Aspe Busturia,son esos lugares mágicos de "nuestra" geografia.
Desde luego, Ulises. Y ya nadie nos quitará el recuerdo de aquel baño de madrugada en el puerto. Todo eso... está allí, esperándonos de nuevo.
Tengo la impresión que los cuatro son hermanos y si no lo son, son amigos del alma, que es como decir lo mismo.
Un abrazo desde el otro finisterre.
Gracias, Sureando. Sí, somos hermanos de alma, o algo así. Esa suerte tenemos. Otro abrazo de parte de los cuatro, desde aquí.
Publicar un comentario