DESPUÉS DE TANTAS HORAS de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
El llano en llamas
Juan Rulfo
2 comentarios:
Buena entrada de texto y foto de Juan Rulfo siempre de anema lectura autor de merito de aquel sabio consejo de breve si bueno dos veces bueno.
Cambio de tercio sigo en el ruedo de este texto.Ultimamente leia sobre teletransportación (a proposito de una actualización de los ingenios de Star Trek pendiente aun en nuestro tiempo)y se me ocurre esto del viento...Al fin y al cabo,el viento "transporta", en este caso,un pueblo entero,perros,incluidos.
Un saludo
Rulfo es genial. Y sobre el teletransporte, me gustaría teletransportarme junto a él y que hubiese interferencias.
Publicar un comentario