jueves, 22 de julio de 2010

Tumo

Nicolás Roerich. Tumo.
Una especie de examen clausura a veces el periodo de entrenamiento de los estudiantes de tumo. Una noche de invierno en que brilla la luna, los que se sienten capaces de salir airosos de la prueba se dirigen, con su maestro, a una corriente de agua no congelada. Si no hay agua accesible en la región, se hace un agujero en el hielo. Se elige una noche en que el viento sopla con violencia. No son raras en el Tibet.
Los candidatos al título de respa (se llama así a los expertos en el arte del tumo), completamente desnudos, se sientan en el suelo con las piernas cruzadas. Se sumergen unas sábanas en el agua helada, allí se congelan y se las retira cuando están rígidas. Cada uno de los discípulos se envuelve en una sábana que debe deshelarse y secarse sobre su cuerpo. En cuanto está seca, se la vuelve a sumir en el agua y el candidato se envuelve en ella nuevamente. La operación prosigue de este modo hasta el amanecer. Entonces el que ha secado mayor número de sábanas es proclamado primero del concurso.
Se afirma que algunos logran secar hasta cuarenta sábanas en una noche. No hay que descartar las exageraciones y tener en cuenta también el tamaño de las sábanas que posiblemente, en algunos casos, han llegado a ser minúsculas y puramente simbólicas. Sin embargo, no cabe duda de que existen respas que secan sobre su cuerpo varias piezas de tela del tamaño de un gran chal. He podido comprobarlo con mis propios ojos.

Místicos y Magos del Tibet
Alexandra David-Néel

1 comentario:

Ar Lor dijo...

Hoy a las seis de la tarde, al salir de la piscina (en Formigal), con un viento helador, podía haber congelado varias sábanas, o sea hacer lo contrario que un respa. La ducha de agua caliente, un trámite innecesario para alguien que es "de Bilbao", ha evitado que la ropa se congelase al ponérmela.
Un saludo, Ulises, Gavilán e Higinio.
Postdata:
Nos vamos a cenar.