Y por fin llegamos, a su debido tiempo, a donde se erige la ciudad sin nombre, sus ruinas colosales medio hundidas en las inquietas arenas. Y se la llama la Ciudad Sin Nombre porque no hay ninguna leyenda lo bastante antigua para otorgarle uno, o para recordar la grandeza de las eras pasadas, e incluso las audaces tribus del desierto la esquivan como hicieron sus padres, y sus abuelos antes que ellos, hasta esa vez olvidada en la que llegaron errabundos por vez primera los Hijos del Hombre a estas comarcas desoladas del Mundo, donde la arena se mueve bajo el viento del desierto.
El Necronomicón: la traducción de Dee
Lin Carter
No hay comentarios:
Publicar un comentario