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Pedro cautivo de los turcos
MATA.-Yo sí: del primer día, que de allí adelante nosotros os iremos preguntando, que ya sabéis que más preguntará un necio que responderán mil sabios. ¿En dónde fuiste preso y qué año? ¿Quién os prendió y adónde os llevó? Responded a estas quatro, que después no faltará, y la respuesta sea por orden.
PEDRO.-Víspera de Nuestra Señora de las Niebes, por cumplir vuestro mandado, que es a quatro de agosto, yendo de Génova para Nápoles con la armada del Emperador, cuyo general es el príncipe Doria, salió a nosotros la armada del turco que estaba en las islas de Ponza, esperándonos por la nueba que de nosotros tenía, y dionos de noche la caza y alcanzónos y tomó siete galeras, las más llenas de jente y más de lustre que sobre la mar se tomaron después que se navega. El capitán de la armada turquesca se llamava Zinán Baxá, el qual traía ciento y çinquenta velas bien en orden.
JUAN.-¿Y vosotros quántas?
PEDRO.-Treinta y nuebe no más.
MATA.-¿Pues cómo no las tomaron todas, pues había tanto exceso?
PEDRO.-Porque huyeron las otras; y aun si los capitanes de las que cazaron fueran hombres de bien y tubieran buenos oficiales, no tomaran ninguna, porque huyeran también como las otras; pero no osaban azotar a los galeotes que remaban, y por eso no se curaban de dar prisa a huir.
JUAN.-¿De qué tenían miedo en castigar la chusma? ¿No está amarrada con cadenas?
PEDRO.-Sí, y bien rezias; pero como son esclabos turcos y moros, temíanse que después que los prendiesen, aquellos habían de ser libres y dezir a los capitanes de los turcos cómo eran crueles para ellos al tiempo que remaban.
MATA.-¿Pues qué, por eso?
PEDRO.-Quanto ansí, luego les dan a los tales una muerte muy cruel, para que los que lo oyeren en las otras galeras tengan rienda en el herir. Dos castigaron delante de mí el día que nos prendieron; al uno cortaron los brazos, orejas y narizes y le pusieron un rótulo en la espalda, que decía: Quien tal haze tal haya; y al otro empalaron.
JUAN.-¿Qué es empalar?
PEDRO.-La más rabiosa y abominable de todas las muertes. Toman un palo grande, hecho a manera de asador, agudo por la punta, y pónenle derecho, y en aquél le espetan por el fundamento, que llegue quasi a la boca, y dexánsele ansí vibo, que suele durar dos y tres días.
Viaje de Turquía
La odisea de Pedro de Urdemalas
Anónimo
2 comentarios:
Amigo Ar Lor,
¡Menudas historias nos traes a cuento! Son para no dormir.
Y yo, que me creía que eso del empalar a la gente sólo ocurría con los compañeros de Espartaco que no murieron luchando contra los malditos Romanos.
Intentaré, no obstante, dormir bien esta noche, después de haber leído lo que he leído.
No me extraña que los turcos tengan tan mala fama.
Un abrazo,
Antonio
Querido amigo Antonio es el "peligro" y el encanto que tienen los viajes, en el tuyo a Nueva York, he visto por las fotos, que ha sido encantador, en el doble sentido de la palabra.
Un abrazo
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