Un elemento clave son los llamados puntos Benday, esa manera de tramar, de sombrear y crear espacios. Estos puntos hicieron su aparición a finales del siglo XIX y se extendieron a principios del XX en todas las técnicas de impresión, con el auge de las revistas ilustradas. El nombre hace referencia a su inventor Benday, un creador muy técnico que trabajó en el mundo de la comunicación visual, con una imaginación práctica que aprovecharon sobre todo los publicistas. Y luego está la economía de líneas que aporta el cómic y la psicología del color.
Se cuenta una anécdota muy pavera de Lichtenstein. Le preguntaron cómo se había inspirado para ese tratamiento tan revolucionario del color. Y él respondió: Por un lado, Cézanne, y por otro... ¡los envoltorios de los chicles que compraban sus hijos! Henri Cartier-Bresson hablaba del "momento decisivo", cuando algo especial se manifiesta, se deja ver, en el continuo ir y venir de la búsqueda artística, y hay que atraparlo antes de que vuelva a desaparecer. Hay un "momento decisivo", una epifanía en la obra de Lichtenstein, en alguien que en sus comienzos de los años cincuenta también se servía del expresionismo abstracto para volar alto. Fue el día en que sus hijos le pidieron por favor que pintase a Mickey Mouse y al pato Donald. Él es un padre complaciente. Hace esas reproducciones para divertirlos. Hasta que llega el momento en que se da cuenta de que esas presencias, esas figuras populares, tienen también para él un significado y las introduce en ese fondo de expresionismo abstracto. El juego crea una nueva realidad. La casualidad resulta causal. Es una mezcla reactiva. Quizás pasó algo parecido cuando el hombre de las cavernas pintó la "mano vacía" y nació el arte otra. Quizás hubo un niño que pidió algo diferente. Las convulsiones en el arte se dan cuando un ojo mira lo que ocurre en la calle, también en el callejón interior y el otro en la historia del arte. Cuando se produce esa intersección, ese súbito cruce de miradas con trayectorias a priori tan distintas, incluso contrapuestas, el ojo que mira a la calle y el ojo que mira a la memoria artística, el ojo de Roy que prende en los dibujos animados que les gustan a sus hijos y el ojo de Lichtenstein que estudia a Picasso, ése es su particular "momento decisivo".
La Mujer en el baño es, en su técnica actual, un modelo ejemplar de arte pop. Ahí están los puntos Benday. El tratamiento simple del color. La economía de las líneas. Y la innegable génesis publicitaria. Y, no obstante, ¡Virgen Santa!, ¿por qué eres tan real, nena?
Se cuenta una anécdota muy pavera de Lichtenstein. Le preguntaron cómo se había inspirado para ese tratamiento tan revolucionario del color. Y él respondió: Por un lado, Cézanne, y por otro... ¡los envoltorios de los chicles que compraban sus hijos! Henri Cartier-Bresson hablaba del "momento decisivo", cuando algo especial se manifiesta, se deja ver, en el continuo ir y venir de la búsqueda artística, y hay que atraparlo antes de que vuelva a desaparecer. Hay un "momento decisivo", una epifanía en la obra de Lichtenstein, en alguien que en sus comienzos de los años cincuenta también se servía del expresionismo abstracto para volar alto. Fue el día en que sus hijos le pidieron por favor que pintase a Mickey Mouse y al pato Donald. Él es un padre complaciente. Hace esas reproducciones para divertirlos. Hasta que llega el momento en que se da cuenta de que esas presencias, esas figuras populares, tienen también para él un significado y las introduce en ese fondo de expresionismo abstracto. El juego crea una nueva realidad. La casualidad resulta causal. Es una mezcla reactiva. Quizás pasó algo parecido cuando el hombre de las cavernas pintó la "mano vacía" y nació el arte otra. Quizás hubo un niño que pidió algo diferente. Las convulsiones en el arte se dan cuando un ojo mira lo que ocurre en la calle, también en el callejón interior y el otro en la historia del arte. Cuando se produce esa intersección, ese súbito cruce de miradas con trayectorias a priori tan distintas, incluso contrapuestas, el ojo que mira a la calle y el ojo que mira a la memoria artística, el ojo de Roy que prende en los dibujos animados que les gustan a sus hijos y el ojo de Lichtenstein que estudia a Picasso, ése es su particular "momento decisivo".
La Mujer en el baño es, en su técnica actual, un modelo ejemplar de arte pop. Ahí están los puntos Benday. El tratamiento simple del color. La economía de las líneas. Y la innegable génesis publicitaria. Y, no obstante, ¡Virgen Santa!, ¿por qué eres tan real, nena?
Mujer en el baño
Manuel Rivas
4 comentarios:
Fenomenal entrada, Higinio. Me encanta Lichtenstein, tiene una pureza, algo así como los paisajes nevados o la atmósfera después de la lluvia.
Según un precepto chino hay dos tipos de pintura. Aquella en la que nos gustaría pasear y aquella en la que nos quedaríamos a vivir.
Soy de ducha, pero hoy me voy a dar un baño...
Un saludo, amigo Ar Lor.
Gracias por la entrada, es lo menos que se puede decir.
Higinio, como bien sabes la simplicidad es más profunda que la sofistificación. Una entrada así merece un café con buenos amigos alrededor de una mesa. Enhorabuena.
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