A ¿Cómo le acogieron?
B ¿Cómo acogieron a Ulises en Ítaca? No, no tan mal; pero con cierta desgana; había estado treinta y cuatro años lejos de Venecia; ahora la ciudad era poderosa y maravillosa; y seguía llevando encima, como una mujer fastuosa, su precioso aroma de distancia, que, en Italia, no he encontrado en ningún otro lugar. Muchos habían muerto, muchos nos habían dado por muertos. Yo, que había sido gobernador de una ciudad, que había sido testigo de batallas, que había visto el palacio del soberano... ¿qué era?... un "ciudadano"... Fue entonces cuando comencé a contar lo que había visto: el unicornio, el monte de Adán... Ahora, ve, yo no tengo fantasía, exactamente para nada; tardé mucho en comprender que me creían un gran farsante. Y, por primera vez, sufrí mucho. Me convertí en una figura que se tomaba a chacota. Me convertí, me convertí... en el millón, en eso. ¿Sabe que me hicieron una máscara para el carnaval? Entonces comprendí que Venecia estaba perdiendo su aroma de especias, su dulzura exótica, estaba convirtiéndose en una ciudad dura, pedregosa, extraña. Aprendí a callar, igual que Ulises. De vez en cuando volví a ver en sueños mis ciudades orientales, para depertarme en mi patria extraña... Me ponía nervioso, caminaba de noche, y hablaba en tártaro...
Traducción de Joaquín Jordá
A y B
Giorgio Manganelli
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