Un día en que Abu Nonas visitaba a un amigo, el techo empezó a crujir.
-¿Qué es eso? -preguntó.
-No temas, es el techo que alaba al Señor.
En cuanto oyó estas palabras, Abu Nonas salió de la casa.
-¿Adónde vas? -le preguntó el amigo.
-Temo que aumente su devoción -contestó Abu Nonas- y que se prosterne estando yo adentro.
Tomado de Cuentos breves y extraordinarios de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
Peligros del exceso de piedad
Nozhat el Djallas
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