Es bien notorio que libro tiene su origen en la palabra latina "liber, libri", que significa el tejido libérico de los árboles, esto es, la membrana o película situada debajo de la corteza. Como esa membrana interior -según refieren Virgilio y Cicerón- sirvió durante mucho tiempo de materia escriptoria, de ahí el haber pasado "liber" a su actual acepción figurada, libro, ya que en el aspecto exterior, éste consistía en reunir varias hojas de tejido libérico.
Se echa de menos, hoy más que nunca, el rincón apartado -"cum libro in angulo"-, que recomendaba Tomás de Kempis.
Emerson afirma en sus Ensayos: " Un vinculo se establece entre los hombres que han leído el mismo libro".
"Los libros -observa Nuria Amat, en El ladrón de libros-, como las personas, tienen sus momentos de encuentro, que uno puede posponer para fecha más oportuna o incluso para siempre".
Así, sólo un libro amenizó las largas y preocupantes horas de soledad de Cristóbal Colón mientras sus tres carabelas navegaban hacia lo desconocido en el otoño de 1492: ese Libro lo había escrito otro hombre de mar y de aventura, el veneciano Marco Polo, quien reunió en sus páginas las experiencias de sus veintidós años de azarosos trabajos en la China del siglo XIII, tras de sus interminables viajes por el mundo hasta entonces conocido.
Borges, dice: "Un libro perfecto, y por ello improbable, sería aquel que de la primera a la última de sus páginas, contuviese únicamente citas de autores, lo que haría de él una obra infinita".
¡Un libro puede ir tan lejos! Victor Hugo
Elogio del libro
José Antonio Pérez-Rioja
Elogio del libro
José Antonio Pérez-Rioja
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