miércoles, 8 de febrero de 2012

En una Estación del Metro

Claude Tenot. Muchacha en la Estación.

Durante más de un año había estado intentando escribir un poema sobre algo muy hermoso que me ocurrió en el Metro de París. Salí de un tren en La Concorde, creo, y entre los empujones vi una cara bonita, y luego, al volverme, otra y otra, y luego un hermoso rostro de niño y luego otro. Todo el día traté de encontrar palabras para expresar lo que esto me hizo sentir. Aquella noche, mientras iba a casa por la calle Raynouard, todavía lo intentaba. No podía conseguir más que manchas de color. Recuerdo que pensaba que, de haber sido pintor, podía haber comenzado una nueva escuela de pintura. Traté de escribir el poema unas semanas más tarde en Italia, pero me pareció inútil. Luego, la otra noche, mientras me preguntaba cómo podía contar la aventura, recordé que en el Japón, donde una obra de arte no se estima por su extensión y dónde diecisiete sílabas son suficientes para hacer un poema si se las ordena y se las puntúa debidamente, uno puede hacer un poemita muy corto que podría traducirse así:

La aparición de estos rostros en la multitud
pétalos sobre una húmeda rama negra.

Y allí o en otra civilización muy antigua y muy serena, alguien podría entender el significado.

Traducción de María José Sánchez Carrasco

En una Estación del Metro
Ezra Pound

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