Julio Cobo. Libros con paño.
-No sé -contestó Gregorio, que sólo muchos años después llegaría a comprender aquella historia.
-Pues
mira, hijo, éste es uno de los libros, y ahí tengo los otros, guardados
como oro en paño y con los que tú te harás un hombre de provecho. Si yo
hubiera sabido que existían estos libros, a estas horas sería un gran
hombre, quién sabe si juez o médico, o incluso cardenal en la propia
Roma, y no como tu abuelo y tu padre sino de verdad, con los papeles
bien en orden.
El primero era un diccionario.
"Aquí vienen todas las palabras que existen, sin faltar ni una". El
segundo era un atlas. "Y aquí todos los lugares y accidentes del mundo",
y el tercero una enciclopedia: "Y éste es el más extraordinario de los
tres, porque trae por orden alfabético todos los conocimientos de la
humanidad, desde sus orígenes hasta hoy. ¿Tú sabías que existía un libro
así? Pues yo tampoco hasta hace tres años. Desde entonces lo estoy
estudiando. Voy ya por la palabra "Aecio", que era un general romano que
mató al conde Bonifacio en el año 432 y derrotó a Atila, rey de los
Hunos, en el 451, pero que fue asesinado por el rey Valentiniano III,
temeroso de su poder. Adelanto poco porque ya soy viejo y tengo poca
memoria, y para aprender una cosa debo olvidar antes otra. Y luego está
el atlas y el diccionario. Todos los días me aprendo cinco palabras
nuevas y el nombre de un río o una ciudad. Cuando pienso en la cantidad
de cosas que podía saber a estas alturas si estos libros hubiesen caído
en mis manos hace cincuenta años y tuviese entonces el espíritu que hoy
me anima, no hay nada que pueda consolarme, porque sé que he equivocado
mi vida, y eso ya no tiene remedio...".
Juegos de la edad tardía (1989)
Luis Landero
2 comentarios:
¡GENIAL!
Atlas, diccionarios y enciclopedias son libros imprescindibles, singulares. Habrá otros libros, más ninguno con su magia.
Un fuerte abrazo, amiga Beatriz.
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