John William Waterhouse. Diógenes.
Hay en todo esto un misterio grande que resolver. Me pregunto por qué las generaciones han cuidado tanto la memoria de Diógenes si Diógenes no escribió nada que se conserve, y de su filosofía sólo se saben anécdotas urbanas y reflejos de escuela. Lo de la lámpara, lo del tonel, lo que dijeron luego otros. Me pregunto por qué una hermana mía perdió la medalla de la Primera Comunión, el librito de nácar, una moneda antigua, y conservó sin embargo un ciervito de plástico que le tocó en un paquete de café. ¿Por qué olvidamos hechos decisivos, datos magníficos de mares y monarcas y recordamos el nombre de un gato, la forma de una nube, la tontería que dijo un payaso en el circo, el olor del invierno que perdura en un zócalo? ¿Conoceremos algún día la ley secreta e implacable que nos rige? Recordar a Diógenes y su tonel es ponernos todos de acuerdo sobre la forma de una nube que se borró hace siglos.
Entre líneas: el cuento o la vida (2001)
Luis Landero
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