Francisco de Quevedo, retratado por Francisco Pacheco en 1599.
Debemos aborrecer a los vicios, no las personas.
No puede amar a otro el que a sí no se ama, ni amarse el que a sí no se conoce.
El saber ser ignorante a su tiempo es la mayor prudencia. Ninguna cosa más conveniente ni más dificultosa que moderar la sabiduría. En Agrícola lo alabó Tácito. Todos se conjuran contra el que más sabe: o es envidia o defensa de la ignorancia; si ya es que no tienen por sospechoso lo que no alcanzan. En reconociendo Saúl que David era muy prudente empezó a guardarse de él.
El sabio dominará los astros.
Migajas sentenciosas
Francisco de Quevedo (1580-1645)
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