En atmósfera protegida Aquel iba a ser nuestro hogar definitivo. La entrada de un rayo tras una tormenta cargada de actividad había dejado en el piso una curiosa atmósfera protectora que facilitaba la convivencia. Así nos lo aseguró el agente inmobiliario. Y era cierto.
Los primeros días fueron benignos y no apreciamos su utilidad. Nos procurábamos palabras de almíbar y miradas abiertas, abandonando la cabeza de uno al hombro del otro.
Al de pocas semanas, surgieron tensiones que se tornaron en reproches. Para nuestra sorpresa, rebotaban. Ni siquiera rozaban el pecho y terminaban absorbidos por la atmósfera. Nos satisfacía comprobar que éramos inmunes a cualquier agravio. Tiramos las caricias a la basura, pero no acusábamos su ausencia. Probamos con miradas oblicuas cargadas de rencor, ofendían lo mismo que un beso infantil. Y así conservamos la fe en lo nuestro como en la nevera se conservan las provisiones.
Pasaron los años. La acumulación de veneno no consiguió envilecernos el alma pero el ambiente cargado favoreció un sutil agujero en la capa protectora que adelgazó el efecto de la atmósfera; surgió el insulto a bocajarro y liberador que entraba sin miedo por el oído y contaminaba nuestros pensamientos. Nos volvimos pesarosos y resentidos. Intentamos arreglarlo usando aquello que antes conocimos como pedir perdón o reparar el daño. Sin embargo, eran actitudes difusas que apenas recordábamos y nos costaba poner en práctica. Poco a poco, la delgada capa fue desapareciendo y se convirtió en bruma ácida. Tras la pertinente reclamación a la aseguradora, se nos aplicó un saneado de urgencia, no sin antes advertirnos de las terribles consecuencias de un uso abusivo. Ayudados por la prudencia, volvimos a la dulce rutina. Cesó el reproche y creció el silencio.
Hasta ayer.
Porque ayer mientras fruncíamos el ceño, se nos cruzó la idea de acabar a martillazos con la maldita atmósfera para comenzar de nuevo, con el único objeto de saber. De saber a ciencia cierta lo que pasará después.
Dedicado a Asdrúbal Hernández
En atmósfera protegida + 55 flash fictionAna M. Blanco
4 comentarios:
Gracias, Luis y compañía. Soletes!
A tus pies, mi best seller.
Soberbio texto. Buen fichaje, Ar Lor. ¿De dónde ha salido?
De el sueño de la ficción.
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