Monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos. Foto Foro Xerbar.
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas al cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
Como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
"En el verano de 1924 visité por primera vez Santo Domingo de Silos [...]. Fuimos por Salas y luego "orillas del Arlanza", a la más bella hora de la tarde por el heroico paisaje de San Pedro, una de las más imborrables impresiones de mi vida. Nos pasamos en el Monasterio más de veinticuatro horas, y por la noche escribí mi soneto El ciprés de Silos [...]. Ese soneto quedó transcrito a la mañana siguiente en el álbum de la Abadía" (Obras completas, cit., I, p. 506)
Versos humanos (1925)
Gerardo Diego
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