Giacomo Ceruti. Peregrino descansando.
Así como el obcecado peregrino
llega al término de su viaje
y permanece inquieto,
pues no sabe muy bien qué hacer
ante la tumba, o la imagen, o el fetiche que buscó,
ni sabe ya qué ruego, o qué sospechada maldición
lanzar.
Se siente extraño, lejano,
y no acaba de entender su sinrazón:
ha olvidado el propósito que le trajo.
Lo dejó enhebrado a su paso
por los bosques rumorosos
por las llanuras heladas
y en los soles, tormentas y neveros
que atravesó,
o más simplemente
en las tabernas y posadas
donde descansó, bebió y escuchó
y a su vez contó.
Ahora, demora el regreso,
pues ¿qué hará luego?
Así te hallará tú,
cuando alcances la desconocida presa
que tanto codicias.
Pórtico de la fuga (1979)
Miguel Sánchez-Ostiz
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