Walt Whitman. Foto: Archivo Walt Whitman.
1879
En una de mis excursiones por las colinas, encontré a un ermitaño de verdad, que vivía en un lugar solitario, rocoso y prácticamente inaccesible.
Un hombre joven todavía nacido y criado en la ciudad, y que había estado en Europa y California. Le encontré una o dos veces por el camino y conversé un poco con él. La tercera vez, me pidió que le acompañara y descansara en su choza. Creo que era cuáquero; hablaba con facilidad y soltura, moderadamente, pero no confesó ni su vida, ni su tragedia o lo que fuere.
Traducción de Francisco J. Herranz
Días ejemplares de América
Walt Whitman
3 comentarios:
Tan simple y tan bello.
Salud
Francesc Cornadó
Precisamente de la simplicidad nace la belleza.
Saludos
Francesc Cornadó
Totalmente de acuerdo. La historia que cuenta Whitman nos deja un poso de calma y felicidad.
Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.
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