viernes, 31 de octubre de 2014

¿Dónde?

Oliverio Girondo. Persuasión de los días, 1942.

¿ME EXTRAVIÉ en la fiebre?
¿Detrás de las sonrisas?
¿Entre los alfileres?
¿En la duda?
¿En el rezo?
¿En medio de la herrumbre?
¿Asomado a la angustia,
al engaño,
a lo verde?...

No estaba junto al llanto,
junto a lo despiadado,
por encima del asco,
adherido a la ausencia,
mezclado a la ceniza,
al horror, al delirio.

No estaba con mi sombra,
no estaba con mis gestos,
más allá de las normas,
más allá del misterio,
en el fondo del sueño,
del eco,
del olvido.

No estaba
¡Estoy seguro!
No estaba.
Me he perdido.

Persuasión de los días (1942)
Oliverio Girondo

martes, 28 de octubre de 2014

Cuadrilla

Carlos Drummond de Andrade. Foto: Jornal do Brasil.

Juan amaba a Teresa que amaba a Raimundo
que amaba a María que amaba a Joaquín que amaba a
     lili
que no amaba a nadie.
Juan se fue a los Estados Unidos, Teresa entró a un
     convento,
Raimundo murió en un desastre, María se quedó
      soltera,
Joaquín se suicidó y Lili se casó con J. Pinto Fernández
que no había entrado en la historia.

Traducción de Maricela Terán

Cuadrilla
Carlos Drummond de Andrade 

lunes, 27 de octubre de 2014

La provincia del hombre

Elías Canetti. La provincia del hombre.

1952
Puede que uno haya conocido a tres o cuatro mil personas; nunca habla más que de seis o siete.

Algunas cosas uno las retiene simplemente porque no tienen relación con nada.

A partir de cierta edad, toda persona inteligente y sensata aparece como peligrosa.

1955
¡Cuántas cosas he olvidado que creía saber!, ¡de cuántas cosas que yo creía evidentes como la luz del sol no sé una palabra!

La vida de la mayoría de los hombres en definitiva consiste sólo en instrucciones que, sin sentido alguno, se dan a sí mismos o dan otros.

Un país en el que nadie se atreve a mirar al cielo, y el que sale de casa baja la cabeza.

Traducción de Eustaquio Barjau

La provincia del hombre. Carnet de notas 1942-1972
Elías Canetti

domingo, 26 de octubre de 2014

Contraelegía

José Emilio Pacheco. Foto: Cuartoscuro.

Mi único tema es lo que ya no está
Y mi obsesión se llama lo perdido
Mi punzante estribillo es nunca más
Y sin embargo amo este cambio perpetuo
este variar segundo tras segundo
porque sin él lo que llamamos vida
           sería de piedra.

Irás y no volverás (1973)
José Emilio Pacheco

sábado, 25 de octubre de 2014

Leer

Ilustración de Milo Manara.

Con frecuencia es beneficioso leer un libro de manera distinta a la intención original del autor, pero (una vez pasada la infancia) únicamente si tenemos conciencia de nuestra actitud. 
En cuanto lectores muchos de nosotros somos, en parte, como esos granujas que dibujan bigotes sobre los rostros de las muchachas que aparecen en los avisos.
Una señal de que un libro tiene valor literario es su capacidad de ser leído de varias maneras distintas. Viceversa la prueba de que la pornografía no tiene valor literario es que si intentamos leerla de cualquier forma que no sea la de estímulo sexual, digamos como la historia clínica psicológica de las fantasías sexuales del autor, llegamos a aburrirnos como ostras. 
A pesar de que una obra literaria consiente varias lecturas, el número de éstas es finito y puede ser ordenado jerárquicamente; obviamente algunas lecturas serán "más ciertas" que otras, algunas serán dudosas, algunas obviamente falsas y otras, como la lectura de una novela de atrás hacia adelante, absurdas. Es por esto que para una isla desierta uno elegiría un buen diccionario antes que la mejor obra maestra de la literatura, pues la pasividad del diccionario frente a los lectores lo convierte en legítimo tema de infinitas lecturas.

Traducción de Mirko Lauer y Abelardo Oquendo

La mano del teñidor
W. H. Auden

lunes, 20 de octubre de 2014

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Ilustración de Romain Hugault. 

Nos prometen paisajes de ensueño y chicas rubias
que sonríen a bordo de un último modelo,
repentinos romances, placeres instantáneos,
el sueño de una vida más plena y más dichosa
en un destello frágil como un beso fugaz
que nos tendiera al paso una desconocida.
Son mentira y son dulces y además nos recuerdan
esa dulce ficción de la literatura.

Las cartas marcadas (1995)
Eduardo García

Ars poética

Rafael Cadenas. Intemperie.

Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.
Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame,
la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.

Intemperie (1977)
Rafael Cadenas

viernes, 17 de octubre de 2014

Canto de guerra de las cosas

José Manuel Ruiz Blanco. Piedras VI.

Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó alguna piedra.
Vuestros hijos amarán al viejo cobre,
al hierro fiel.
Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras familias,
trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su carácter dulce;
os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre;
con el bronce considerándolo como hermano del oro,
porque el oro no fue a la guerra por vosotros,
el oro se quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño mimado,
vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido acero...
Cuando lleguéis a viejos, respetaréis el oro,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó algún oro.
(Fragmento)
Canto de guerra de las cosas (1943)
Joaquín Pasos

martes, 14 de octubre de 2014

Silencio de sirenas

Paul Thumann. Las sirenas.

Cuando las Sirenas vieron pasar el barco de Ulises y advirtieron que aquellos hombres se habían tapado las orejas para no oírlas cantar (¡a ellas, las mujeres más hermosas y seductoras!) sonrieron desdeñosamante y se dijeron. ¿Qué clase de hombres son éstos que se resisten voluntariamente a las Sirenas? Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir en medio de un silencio que era el peor de los insultos.

Falsificaciones (1966)
Marco Denevi

lunes, 13 de octubre de 2014

La derrota

Ángel Olgoso, retratado por Ángel Cabrera Fernández.

Para qué huir de ella. No puedes guardarte ni escapar. Antepone tu persecución a toda otra idea. Más pronto o más tarde, a la menor oportunidad, te atrapará. Con paso poderoso, como una sombra leonada, buscará hasta encontrarte. De nada te sirven la Capa de Invisibilidad y su caperuza cubierta de rocío, las Botas de Siete Leguas con las que corres treinta y dos veces más rápido que el más veloz de los hombres, la Hierba de Glauco que hace saltar las cerraduras de todas las puertas, el Tapete de Rolando que te permite convocar cualquier alimento que desees, la Flor Mágica capaz de colorear y perfumar cada una de tus desdichas. De nada te servirán cuando ella -ávida, arrogante, burlona- cierre los caminos y te cerque con infalible celeridad. Puede que llegue sin aliento -es vieja y seca-, que su jadeo delate lo agotador de su incesante tarea que la ocupa desde siempre, pero no puedes albergar dudas sobre el desenlace.

La máquina de languidecer (2009)
Ángel Olgoso

sábado, 11 de octubre de 2014

Lo que quiere una tórtola

Sophie Anderson. La tórtola.

Lo que quiere una tórtola es fácil de decir:
quiere un amplio desierto, una multitud de arena,
una extensión que atravesar y extenuarse.
Quiere visitar al sabio en su cuarto y llevarle noticias.
Esto es lo que pretende y con lo que se alegra,
recorrer algún cielo y después referirlo.

Los tres días (1994)
Esperanza López Parada

viernes, 10 de octubre de 2014

Acerca de la escritura

Annick Bouvattier. En la ciudad.

La literatura es una referencia especular, a veces doblemente: siento algo y luego busco la manera adecuada para que el lector sienta lo mismo. Hace años estaba enamorada y me encontraba con el objeto de mis amores en una cafetería de Barcelona llamada Berlín. Hace unos meses volví a pasar por ese lugar y la cafetería ya no estaba: construyeron la sucursal de un banco. Al volver a casa escribí un poema:

El auge de la edificación

Berlín, el café de nuestras citas
ya no existe.
En su lugar se eleva un Barclays Bank.
Tu antigua casa fue derruida,
en su lugar han construido un rascacielos.
Por eso escribo este poema:
para que exista en la página blanca,
en los huecos de las letras,
contra el viento devastador
que destruye la memoria.

Acerca de la escritura (1991)
Cristina Peri Rossi