Ilustración de Romain Hugault.
Nos prometen paisajes de ensueño y chicas rubias
que sonríen a bordo de un último modelo,
repentinos romances, placeres instantáneos,
el sueño de una vida más plena y más dichosa
en un destello frágil como un beso fugaz
que nos tendiera al paso una desconocida.
Son mentira y son dulces y además nos recuerdan
esa dulce ficción de la literatura.
Las cartas marcadas (1995)
Eduardo García
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