Helen Fowler. Despacho victoriano.
EL NOBEL DE LITERATURA había logrado su sueño. Ahora, en el acto solemne de recogida del premio, iba a hablar. Ya no tendría que forzar agradecimientos dedicados a los poderosos, políticos, periodistas, profesores, críticos. Por fin podría decir la verdad, no esa otra que tanto agradaba a los que le habían aupado y que él había logrado expresar con retórica seductora. Gracias a eso había acumulado el prestigio suficiente como para que ahora el mundo oyera lo que deseaba decir. Su voz iba a ser por fin escuchada. Su voz verdadera. Mas, cuando quiso hablar, no fue capaz de sustraerse a tantos años de disimulo y comenzó a dar las gracias a unos y a otros y a ser tan bendita y políticamente correcto que alcanzó la ovación más grande que había recibido nunca.
La mitad del diablo (2006)
Juan Pedro Aparicio
No hay comentarios:
Publicar un comentario