Amado Alonso. Materia y forma en poesía.
La interpretación estilística de los textos
Nunca me parece poner demasiado énfasis en un aspecto de la obra literaria que la crítica ha descuidado siempre: que eso que el poeta ha ido haciendo, lo ha hecho con el acicate de un placer estético. Que el placer estético de ir haciendo la obra literaria entra constitutivamente en la obra misma, y que, en el terreno estrictamente poético, ese placer estético es la última y fundamental justificación. La crítica tradicional se ha conformado con dar por supuesto el goce estético en toda la obra de arte; pero no ha contado con ello concretamente para el análisis y valoración de cada obra. Analizan los materiales valiosos que en ella encuentran, pero no su función estética.
La estilística se ocupa primordialmente de ese goce estético, motor principal en la creación literaria; del goce estético salvado, guardado y dispuesto en la obra literaria como se guarda dispuesta una sinfonía en un disco; del goce estético que el lector no descarriado recoge, recibe y se apropia como principal enriquecimiento de su alma.
En el acto creador, ni la aducción de pensamientos y sentimientos valiosos, ni la formación de una realidad significativa, ni la convocatoria de palabras extrañamente sugestivas, ni el gracioso andar de la frase, ni la encantadora disposición de la materia sonora, nada de lo que constituye la obra literaria habría ocurrido si el prurito del goce estético no los hubiera convocado. En su última esencia, toda construcción artística es una aérea construcción de puro goce estético. Lo que llamamos inspiración es la tensión de espíritu producida en el poeta por el prurito de goce estético, de esa «llama que arde con apetito de arder más», como definió San Juan de la Cruz al amor.
Amado Alonso
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