Alexander Kanoldt. Olevano.
En el pueblo natal, en el jardín esponjado por las lombrices,
crece todavía la aquilea
y en todas las casas se oye el vetusto tictac de los relojes de pesas.
El humo asciende de las cabañas como columnas del sacrificio
y para aquellos que vienen de lejos,
del duro trabajo de los mares del mundo y de las calles de putas de Barcelona,
este sereno pueblecito parece una mentira silenciosa.
Una mentira junto a la que a uno le gustaría demorarse.
Una mentira por la que uno querría
pisotear todas las malvadas verdades.
De Antología de lírica moderna (1931)
Entre luz y oscuridad
Harry Martinson
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