Jean-Baptiste Camille Corot. Mujer leyendo.
Capítulo VI
Los autores espirituales que han hablado de la manera de leer un libro para que sirva de alimento al alma, aconsejan cesar de leer desde el instante que el alma se siente conmovida. Y la más bella imagen que pueda darse de la lectura es la de esa mujer que Corot ha pintado, y que sueña o contempla, la mano en un libro en el cual abandona un dedo. Lo que el autor desea, desde luego, es realizarse en un alma. Os ofrece espacios entre los renglones y en los márgenes para que escribáis vuestros pensamientos junto a los suyos. Nada es tan conmovedor como un libro abierto en la misma página, bajo vuestra mirada atenta, mientras esperáis el ruido de la hoja que no será vuelta...
Es verdad que si se levantara tienda en cada pasaje que agrada o mueve a reflexión, no se leería jamás. Se cuenta que un Padre del desierto, deseando meditar sobre el Padrenuestro, no había pasado al cabo de algunos años del "Padre Nuestro...", que lo contiene todo. Sin embargo, para leer bien un libro, conviene leerlo por completo, aunque sea a la carrera, y captar su ritmo a fin de que las partes que se elijan se mantengan envueltas en la luminosidad del Todo.
Traducción de Celia Pereira y Carlos A. Duval. Revisión de Carlos Rovetta.
El trabajo intelectual (1951)
Jean Guitton
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