Serge Masrhennikov. Belleza griega.
Lais la Corintia, cuya elegancia y belleza eran famosas, obtenía mucho provecho del comercio de sus perfecciones: los hombres más opulentos acudían a su casa desde todos los puntos de Grecia; pero no se les admitía hasta después de haber pagado el precio que ella misma fijaba, siendo muy exigente en estas peticiones.,. Un día fue secretamente Demóstenes a su casa y solicitó sus favores, Lais pidió diez mil dracmas, o un talento, lo que hace diez mil denarios de nuestra moneda. Confundido Demóstenes por el descaro de aquella mujer, asustado por la magnitud de la cantidad, se retiró en seguida, y dijo al marchar: "No quiero comprar tan caro el arrepentimiento".
Noches áticas
Aulo Gelio
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