sábado, 28 de abril de 2018

Un presidente virtuoso

Juan Pedro Aparicio fotografiado en su despacho por Raquel P. Vieco. Diario de León.

EL ACUSADO por el Santo Tribunal aceptó los cargos de tener mando sobre demonios para evitar la tortura y de paso demostrar lo absurdo de las acusaciones. Señalando al presidente del tribunal dijo: «Yo ahora ordeno a mis demonios que se lo lleven al Averno». Hubo un momento de pánico en la sala que puso una gran palidez en los rostros, pero nada sucedió. «¿Ve, Vuecencia? —argumentó con una media sonrisa—. Nadie viene. Los demonios no me obedecen». El presidente del tribunal, recuperado el color del rostro, afirmó con aplomo: «No es su maldad la que aquí prevalece, sino mi virtud».

La mitad del diablo (2006)
Juan Pedro Aparicio

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