viernes, 6 de julio de 2018

El ojo crítico

Constantino Bértolo. El ojo crítico.

Muchos parecen opinar que la mejor forma de leer es poner la mente en blanco cuando se abre la primera página del libro. Yo estaría con esta teoría de la inocencia si esta puesta en Babia de la mente se exigiese también para los actos previos a ese momento en que se inicia la lectura, es decir, para el acto de compra del libro, porque si no se dejaría un resquicio para que los prejuicios, según los que defienden esta teoría, inoculasen su maldad. Imagínense a alguien que va a comprar un libro libre de prejuicios. ¿Qué libro comprará? ¿Con qué criterio? En mi caso no es que sea incapaz de imaginarlo es que simplemente creo que eso es imposible. No existe lectura inocente. Uno lee desde lo que es y con todo lo que es. Uno lee los libros de amor con todas sus historias de amor a cuestas; los libros de aventuras con todas sus fantasías de la propia infancia, juventud o madurez. La mente no se puede poner en blanco. Cada palabra tiene su propia biografía para cada uno de los lectores tomados de uno en uno y para cada grupo de lectores tomados por épocas, siglos o clases sociales. El conocimiento no molesta ni distorsiona la lectura, en todo caso la mejora. Quien vea una catedral gótica sin saber nada de arte verá desde su lectura ingenua —algunos confunden la ingenuidad con la ignorancia o el retraso mental— un montón de piedras unas encima de las otras. Quien sepa algo verá y reconocerá formas, es decir, sentidos, significados.

El ojo crítico
Constantino Bértolo

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