martes, 16 de octubre de 2018

Natural

Thomas Bernhard. El imitador de voces.

En el entierro de un leñador de Irresberg, con el que habíamos estado en el mesón sólo tres días antes y del que habíamos aprendido más cosas sobre nuestro paisaje inmediato y sus gentes que de cualquier otro antes, estábamos, como es natural, más pensativos que en otros casos. Cómo, súbitamente, habían podido salir a la luz, por medio de un hombre tan sencillo, más relaciones y, sobre todo, relaciones más complicadas que por otros a los que, precisamente, no considerábamos sencillos, sino complicados. El leñador, al que conocíamos desde hacía decenios y con el que, como con casi todos los leñadores de la comarca, nos unía una amistad, difícilmente se había expresado jamás, en todos esos decenios, de una forma tan franca como aquella noche, para él la última, en el mesón; sus relatos nos mostraron de pronto otro país y otras personas y son ahora los únicos auténticos. Aquel hombre, durante varias horas, explicó su mundo y realmente el mundo y, después de habernos expuesto su explicación, se calló otra vez hasta que, como creíamos nosotros, le pareciera oportuno. Sin embargo, al volver a casa se cayó al Aurach y se ahogó. Unos colegiales lo encontraron. El director del colegio pronunció un pequeño discurso ante su tumba y dijo que él, su amigo, el leñador, había sido un hombre natural.

Traducción de Miguel Sáenz

El imitador de voces
Thomas Bernhard

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