Hans Hoffmann. Erizo.
mostrándole los cuernos:
no los tiene.
Ni tampoco morderle:
son sus dientes
pacíficos, hervíboros.
Carece de aguijones, de sustancias
que inocular: su cuerpo
no produce venenos.
Ni puede refugiarse en la manada:
vive con su familia nada más, cuida de ella.
Ni siquiera la huida le es posible:
mal corredor, lentísimo, torpón,
lo atrapan de inmediato.
Así que si se siente
atacado, el erizo
se aovilla
y despliega sus púas.
Es su única defensa.
Pues aún hay quien le acusa
de agresivo.
Corazón independiente (1998)
Jesús Munárriz
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