domingo, 30 de junio de 2019

Advertencia

Raymond Carver en su despacho de Siracusa, Nueva York. Foto: Bob Adelman.

Al intentar escribir un poema mientras afuera todavía
estaba oscuro, tuvo la inconfundible sensación de que
le estaban observando. Dejó la pluma y miró  a su alrededor.
Un momento después se levantó y recorrió las habitaciones de
su casa. Miró dentro de los armarios. Nada, claro.
Con todo, no quería arriesgarse.
Apagó las luces y se quedó sentado a oscuras.
Fumó su pipa hasta que pasó la sensación
y hubo luz afuera. Bajó la vista
al papel en blanco que tenía delante. Luego se levantó
y volvió a hacer la ronda de su casa.
El sonido de su respiración le acompañaba.
Sólo eso. Evidentemente.
Nada.

Traducción Mariano Antolín Rato

Un sendero nuevo a la cascada. Últimos poemas.
Raymond Carver 

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