Joseph Conrad. Azar.
Capítulo 2
Era una de esas noches claras, de cielo estrellado, y con abundante rocío en los prados, que oprimía nuestros espíritus y aplastaba nuestro orgullo mediante la luminosa y concluyente prueba de la espantosa soledad, de la desesperada y oscura insignificancia de nuestro planeta, perdido en medio de la espléndida revelación de un universo reverberante de luz y carente de alma. Aborrezco de esos cielos. La luz del día es bondadosa con el hombre que faena bajo un sol que le caldea el ánimo; las noches suaves y nubladas son más afables para con nuestra pequeñez.
Traducción de Miguel Martínez-Lage
Azar (1913)
Joseph Conrad
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