Retrato de Francisco Tario realizado por su hermano Antonio Peláez (1951).
Para probar la existencia del libre albedrío un hombre se sienta y se levanta de un sillón tantas veces como ha prometido. ¡Y su mujer y sus hijos aplauden!
Siempre quedará la duda de si uno podría o no haber pasado a la Posteridad.
—¿Que por qué escribo, pues? Que...
—Me doy cuenta. Pues escribo por si a alguien se le ocurriera alguna vez seguir este mismo camino.
La vida —que está en nosotros y a nuestro alrededor y que tratamos de espantar a manotazos como si fuera una mosca.
Volver del heroísmo —tomarse medidas para una estatua.
El infinito: las doce en punto. Pero siempre.
En algún camino que nadie conoce se encontrarán algún día el primer hombre de la Tierra y el último y se darán fríamente la mano.
Francisco Tario
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