sábado, 11 de diciembre de 2021

Odas

Adalbert von Rössler. Horacio.

Libro I

XXIX

Horacio reprende con ironía en esta hora a Iccio, que había dedicado su vida a la filosofía estoica, pero que, de repente, decide enrolarse en una expedición militar a Oriente con el fin de enriquecerse.
Compuesta en estrofas alcaicas.

Iccio, ¿envidias ahora los opulentos tesoros de los árabes
y preparas una violenta campaña contra los reyes de Saba,
no vencidos hasta hoy,
y forjas cadenas para el terrible Medo?

¿Qué doncella bárbara, muerto su prometido,
habrá de servirte?

¿Qué muchacho de palacio,
hábil para disparar flechas séricas con el arco paterno,
será destinado, con los cabellos perfumados,
como copero?

¿Quién negará que puedan los rápidos ríos
volver a los agrestes montes
y refluir el Tíber,
cuando tú, habiendo prometido cosas más nobles,
pretendes cambiar los libros del noble Panecio,
comprados por doquier,
y la familia Socrática por las corazas Iberas?

Flechas séricas, es decir, de los Seras. Llamaban así los romanos a los pueblos del Tíbet, China y Manchuria, o del extremo oriente en general.

Las corazas iberas eran sumamente apreciadas, ya fueran hechas con cuero de Córdoba o con hierro.

Introducción, traducción y notas de Alfonso Cuatrecasas

Odas (65-8) a. C.)
Horacio 

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