jueves, 27 de enero de 2022

La trastienda de la escritura

Liliana Heker. La trastienda de la escritura.

La página en blanco o De las ganas

En mis inicios, busqué experimentar el terror —tan prestigioso— a la página en blanco. Fue inútil: poner una hoja en la máquina de escribir o, muchos años después, abrir un archivo nuevo en la computadora, siempre me ha provocado una sensación inquietante pero que no tiene nada que ver con el terror. El rito de instalar ante mí una página en blanco supone dos acontecimientos dichosos: he vencido la inercia del no-trabajo y tengo algo que escribir (el orden suele ser inverso), seguramente de contornos difusos o carente de todo contorno, pero que, en potencia, ya es. No ignoro que a partir de ese rito inicial voy a intentar numerosos comienzos, que escribiré sucesivos borradores, que más de una vez voy a decidir tirar todo a la papelera y a otra cosa mariposa, que voy a tardar semanas, o meses, en acercarme a lo que busco, que el trabajo podrá estar atravesado por accidentes diversos y por otras escrituras. Pero eso que ya estoy persiguiendo, perfectamente representado por la página en blanco (y el adverbio no es casual: nada más parecido a la perfección que la página en blanco, pura promesa en la que cualquier cosa que conciba es posible), ese trabajo del que ya di el primer paso es lo que de verdad me instala como escritora-para-mí (circunstancia evanescente y bastante alejada del rol estable que, a esta altura de mi vida, me asignan los otros). La página en blanco es vacío, cierto, pero vacío por llenar.

La trastienda de la escritura (2019)
Liliana Heker

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