sábado, 26 de febrero de 2022

Las sombras

José Antonio Muñoz Rojas, en 1999. Foto: Uly Martín.

¿Dónde andáis, sombras amigas? Nombre tuvisteis una vez, cuerpo y amor. Temblando me acerqué a vosotras, me llevasteis de vuestra mano a todos los descubrimientos, me asomasteis a la noche donde están los misterios, a los acantilados donde el mar a veces desvela su secreto. Por los ríos de la esperanza fuisteis mostrándome el revés tangible de tantas cosas como mi imaginación, hecha de deseo y de esperanza, había tocado. Por las tardes me llevasteis a las moradas tras cuyas paredes estaban los seres que tanto nos habían estremecido en las ensoñaciones adolescentes. Sombras con nombre que ni a pronunciar me atrevo, que tan hondamente llevo escrito dentro. Venía vuestra mano salvadora o vuestra voz a punto, o vuestra hermosura preparada a hacer doloroso o profundo el instante. Sois hoy como esos limos que las laderas depositan en los valles y que hacen los suelos propicios a la fecundidad. Tras  desaparecer tangiblemente, ¡ qué consuelo no tangible habéis sido, continuáis siendo, tantas noches en que otras sombras han venido a cargar el latir del corazón! Al simple resorte de la evocación, fieles y dispuestas habéis deshecho los nudos de la angustia, abierto los postigos a la luz consoladora, roto mágicamente la red del tiempo y nos habéis hecho ingrávidos sobre él y el espacio, recuperados a la esperanza, devueltos a la libertad.

Las sombras
José Antonio Muñoz Rojas (1909-2009) 

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