Saúl Yurkievich. Foto: EFE.
Juan Sebastián Bach distribuía en Santo Tomás el coro de sus oratorios entre las tribunas. Buscaba espaciar las masas vocales en un envolvente ámbito sonoro y crear así sus efectos de polifonía, como si la música fuera una evidencia más del concierto armonioso del cosmos.
¿Podría yo repartir mis apetitos, actos, sueños y palabras proporcionadamente, concertados en un orden humano que condiga con esa sublime simetría? ¿Podré hallar la concordia y el contentamiento que da la reconfortante y rara concordancia de mí conmigo mismo y con el mundo?
Vicisitudes del pequeño acróbata
Saúl Yurkievich (1931-2005)
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