viernes, 13 de mayo de 2022

Cantos rodados

Juan Gil-Albert. Cantos rodados.

Es uno mismo el que necesita redimirse, no el mundo. El mundo es como es: vasto, vario, tentacular, siniestro, incorregible.

No se consiguen más que aproximaciones; la plenitud queda siempre relegada a otro tiempo.

Los espejos más fieles, más sabios son aquellos que, por deficiencias del azogue, por su desgaste, reflejan nuestra imagen salpicada de puntos oscuros. Sin restarnos limpidez nos añaden las manchas.

Hay seres, hombres, que no es que estén entre esto y aquello, término medio de una valoración corriente; es que son otra cosa.

Cada día, a través de la pequeña pantalla, amiga, engañosa, de los hombres, se descarga sobre éstos, en la intimidad del hogar, quintales de plomo que los ciegan poco a poco, haciéndolos creer que los instruyen.

Ociosidad, me digo. Ser ocioso ¿no será más bien el atributo de una laboriosidad genuina? Unos trajinan, otros conservan; es decir, eternizan. Se es como un broche que reúne y fija, con un centelleo de joyel, el discurrir del tiempo; con todo lo que el tiempo contiene, la humana grey, los árboles, las mesas, los tranvías, el perro perdidizo que pasa, y sin lo que, con todo su proceder inasible, y al parecer omnipotente, no sería nadie, o más propiamente, no sería nada, no tendría nada que hacer. In solis sis tibi turba locis, nos recomienda Tibullo. Y yo lo cumplí: hice mío, en mi soledad, el mundo.

Cantos rodados (1976)
Juan Gil-Albert 

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

El mundo es muy grande y no cabe en la cabeza de ningún ser humano por más engreído que sea.
El mundo no tiene moral ni objetivo y muchos se empeñan en atribuir a la bola terrestre cualidades humanas y algunos hasta le llaman “la madre tierra”

Saludos
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Estoy de acuerdo. Nuestros afanes y cuitas le son indiferentes al vasto universo.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó