lunes, 6 de junio de 2022

Nuestro planeta

Eliseo Reclus. Nuestro planeta.

II

La Tierra, glóbulo aislado en el espacio inmenso, no permanece inmóvil, según suponían los antiguos pueblos, viendo en ella la base inquebrantable del firmamento. Arrebatada por el torbellino de la vida universal, muévese sin descanso, describiendo en el éter una serie de espirales elípticas tan complicadas, que todavía no han logrado los astrónomos calcular el conjunto de sus diversas curvas. Girando sobre sí misma, describe la Tierra una elipse alrededor del Sol y se deja llevar de cielo en cielo a remolque de ese astro hacia lejanas constelaciones. Oscila después, se balancea sobre su eje y se aparta más o menos de su camino para saludar a cuantos cuerpos planetarios vienen a su encuentro. Es probable que no pase dos veces por las mismas regiones del éter; pero si tuviera que recorrer de nuevo la espiral de elipses que ha recorrido ya, no lo podría hacer hasta pasado un ciclo de tantos millares de años, que ya estaría la Tierra completamente transformada y no sería el mismo astro. La Naturaleza, que es inmutable en sus leyes, pero varía constantemente en sus fenómenos, nunca se repite.

Traducción de Roberto Robert

Nuestro planeta
Eliseo Reclus (1830-1905) 

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