jueves, 29 de diciembre de 2022

Cuaderno griego

José María Bermejo. Cuaderno griego.

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Teoría de la sequedad

En esta teoría de la sequedad se aventura una hipótesis: que la propia pobreza del entorno —tan bello, sin embargo— obligó al hombre griego a concentrarse sobre sí mismo, en un ensimismamiento fecundo, pero sin traicionar ni repudiar ese espacio tan vigorosamente delimitado por la luz. Como si cada cosa —bella, mortal y frágil— nos mirase por última vez, exigiendo una pervivencia ideal. Un árbol solo es, si cabe, más árbol, o lo es con evidencia mucho más cegadora: los resume todos. Una rosa —se ha dicho— son todas las rosas. En esa reducción, en esa sequedad que apunta hacia la esencia y no hacia la vaga dispersión barroca, estriba, tal vez, la peculiaridad del genio griego. No sin contradicciones, pues las teogonías originarias se debaten entre el capricho y el caos. Pero pronto florecerá la ironía, preludio de la rebelión, y, tras la rebelión, la osadía de Protágoras —el hombre como medida de todas las cosas— con su coda atrevida —de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son—. Sólo unos cuantos siglos median entre aquellos dioses homéricos, demasiado humanos, y la audaz dedicatoria «al dios desconocido». En el entreacto, un asombroso monumento —al Bien, a la Verdad, a la Belleza— que aún perdura: seguimos siendo griegos. Frente a la reiteración empobrecedora de la rutina —revestida de falsa variedad—, Grecia sigue encarnando la fértil rebeldía contra el oscurantismo, la alienación y el dogma. Su propia sequedad la arrancó de su ensimismamiento; ese mar de «sonrisa innumerable» facilitó la aventura

Cuaderno griego
José María Bermejo 

1 comentario:

Francesc Cornadó dijo...

Lo ubérrimo enmascara. Para ver la esencia de la realidad, es conveniente no dejarse seducir por el follaje movido por los vientos, ni por el color estridente de las aves exóticas, tampoco por las luces de neón.
Te deseo que tengas un feliz 2023.
Abrazos
Francesc Cornadó