sábado, 21 de junio de 2008

La Tierra del Fuego

A Naturalist's Voyage Round the World
CHAPTER X.
TIERRA DEL FUEGO.

DECEMBER 17TH, 1832.—Having now finished with Patagonia, I will describe our first arrival in Tierra del Fuego. A little after noon we doubled Cape St. Diego, and entered the famous strait of Le Maire. We kept close to the Fuegian shore, but the outline of the rugged, inhospitable Staten land was visible amidst the clouds. In the afternoon we anchored in the bay of Good Success. While entering we were saluted in a manner becoming the inhabitants of this savage land. A group of Fuegians partly concealed by the entangled forest, were perched on a wild point overhanging the sea; and as we passed by, they sprang up, and waving their tattered cloaks sent forth a loud and sonorous shout. The savages followed the ship, and just before dark we saw their fire, and again heard their wild cry. The harbour consists of a fine piece of water half surrounded by low rounded mountains of clay-slate, which are covered to the water's edge by one dense gloomy forest. A single glance at the landscape was sufficient to show me, how widely different it was from any thing I had ever beheld. At night it blew a gale of wind, and heavy squalls from the mountains swept past us. It would have been a bad time out at sea, and we, as well as others, may call this Good Success Bay.


Viaje de un naturalista alrededor del mundo
CAPÍTULO X
La Tierra del Fuego.

17 de diciembre de 1832. Después de las observaciones sobre la Patagonia y las islas Falkland, voy a describir nuestra primera visita a la Tierra del Fuego. Un poco después del mediodía doblamos el cabo de San Diego y penetramos en el famoso estrecho de Maire. Costeamos de cerca la Tierra del Fuego, pero sin dejar de ver a través de las nubes la tormentosa silueta de la inhospitalaria tierra de los Estados. Por la tarde echamos el ancla en la bahía del Exito. A nuestra entrada recibimos un saludo digno de los habitantes de esta tierra salvaje. Un grupo de fueguenses, ocultos en parte por la espesura del bosque se había situado en una punta de la roca que dominaba el mar; en el momento de nuestro paso saltan agitando sus guiñapos y lanzando un largo y sonoro aullido. Siguen al barco, y al caer la noche distinguimos que han encendido fuego y oímos todavía sus gritos salvajes. Consiste el puerto en una hermosa sabana de agua medio rodeada de montañas, redondeadas y de poca elevación, de esquisto arcilloso, cubiertas hasta la orilla del mar por un espeso bosque. Una sola ojeada sobre el paisaje me bastó para conocer que iba a ver allí cosas distintas de las que había visto hasta entonces. Durante la noche se levanta el viento que no tarda en soplar tempestuoso, pero nos protegen de él las montañas: en el mar habríamos sufrido mucho; también nosotros, como otros muchos, podemos saludar esta bahía con el nombre de bahía del Exito.

Viaje de un naturalista alrededor del mundo
(Traducción Manuel Vílchez de Serradel,1906)
Charles Darwin

3 comentarios:

Gavilán dijo...

Simplemente... ¡MARAVILLOSO! Ar Lor... ¡A la Patagonia...!

Ar Lor dijo...

Creo que "alguien" tiene pensado viajar hasta aquellos lares.

Gavilán dijo...

Si Dios quiere, el año que viene, Ar Lor...