Libro del Caballero ZifarLibro del caballero Zifar
El Caballero de DiosEl caballero fue luego traer al hijo del señor de la hueste que tenía preso. Y cuando llegaron antes la señora de la villa dijo el caballero al señor de la hueste: «Demandad lo que quisiereis a mí y os responderé.» «Demándoos», dijo el señor de la hueste, «a esta señora de la villa por mujer para mío hijo». «Yo os lo otorgo», dijo el caballero. «Y yo os otorgo el mío hijo para la dueña, comoquiera que no sea en mío poder; ca no es casamiento sin él y ella otorgar». Y otorgáronse por marido y por mujer; empero dijo el señor de la hueste: «Si mesura valiese, suelto debía ser el mío hijo sobre tales palabras como estas, pues paz habemos hecho». «Ciertas», dijo la señora de la villa, «esto no entró en la pleitesía, y mío preso es y yo lo debo soltar cuando yo me quisiere; y no querría que se me saliese de manos por alguna maestría». «Ciertas», dijo el señor de la hueste riendo mucho, «me place que le hayáis siempre en vuestro poder». Y enviaron por el capellán, y preguntó al hijo del señor de la hueste si recibía a la señora de la villa que estaba y delante por mujer como manda santa iglesia. Él dijo que sí recibía. Y preguntó a ella si recibía a él por marido, y ella dijo que sí. Cuando esto ella vio, demandó la llave de la prisión que él tenía; y la prisión era de una cinta de hierro con un candado. Y cayose la prisión en tierra. Y dijo el capellán: «Caballero, ¿sois en vuestro poder y sin ninguna presión?» «Sí», dijo él. «¿Pues recibís esta dueña como santa iglesia manda?» Dijo él: «Sí recibo». Allí se tomaron por las manos y fueron oír misa a la capilla, y desí a yantar. Y después que fueron los caballeros a bohordar y a lanzar y a hacer sus demandas y a correr toros y a hacer grandes alegrías. Allí fueron dados muchos paños y muchas joyas a juglares y a caballeros y a pobres.
(Edición de Joaquín González Muela)
Ferrand Martínez
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